domingo, 7 de agosto de 2022

La paz es la excepción que confirma la guerra, de Manuel Blanco Chivite


 

Casi recién publicado por Garaje Ediciones, en la colección diseñada por nuestro querido Alejandro Pacheco, al que siempre recordaremos, es un libro de poesía muy especial; para arrancar cuenta con un prólogo, nada más y nada menos, que de Bernardo Fuster.

En el poema Previas, escrito por su heterónimo, Betulia Rotten, nos ratifica  el título del libro o, tal vez, sea al contrario, y haya sido el que le ha inspirado el título. De cualquier modo, en prosa poética, tira de la manta y descubre la crudeza de la paz: “la paz es una guerra escondida… es la industria más próspera de armamento”. No cabe añadir ni una coma. Es así.

Avanzamos leyendo y nos encontramos con Muertes no contabilizadas, que muy bien puede estar dedicado a los muertos habidos, por pistolas policiales, en la época de la Transición.

…Nada más peligroso

que el afán vigilante

de las armas reglamentarias

y la obediencia al ministerio.

Muerte paseada

Dolor repartido.

Deber cumplido.

 Sin prisas es un poema influido por su experiencia, de primera mano, del mundo que le rodea, aunque en realidad todos los del libro lo son, pero es en éste donde consigue expresar sus vivencias con una gran llaneza:

Habito, me dijo,

Un minúsculo apartamento

Lo justo para vivir.

Cuando llegas, añadió,

El primer paso que das dentro

es el primero

que te conduce a la salida.

Es la sensación que tuve,

le respondí,

nada más nacer.

Magnífico Gracias, culpables. Nosotros, los dignos, los decentes, los morales, los cabales, los intachables estamos separados por un muro ficticio o real de los viles, alevosos, villanos, delincuentes y amorales, que me recuerda al famoso retrato, que de Sao Paulo, hizo el fotoperiodista brasileño Tuca Vieira, donde reflejaba el abismo de los poseedores y los desposeídos, separados por un muro: a un lado, el color gris de los tejados de uralita de las favelas; al otro, los campos de tenis, piscinas y edificios perfectamente enlucidos y acabados.

…Tan satisfecho me siento que no tengo inconveniente

(que no se diga)

en darles las gracias:

Gracias, culpables.

Os debemos tanto.



Si El tendedero considerado como bandera nos desvela cual es el símbolo auténtico de la patria, (“vestuario laboral de la familia”), en No los suficientes, un poema bellísimo con sabias figuras retóricas, nos indica cómo se hace y se destruye una patria:

Fuimos muchos, pero no los suficientes.

Nos vimos unidos, pero no lo suficiente.

Tuvimos armas, pero no las suficientes.

Terminamos derrotados, pero no lo suficiente.

Seguimos adelante, pero no lo suficiente.

Volvimos a ser muchos, pero no los suficientes.

Salimos a la calle, pero no los suficientes.

Hicimos huelgas, pero no las suficientes.

Paramos 24 horas y no fueron suficientes para un año que tiene 8.760.

Algunos fueron gobierno progre, pero no lo suficiente.

Por fin un día, no me pregunten cuál, fuimos suficientes.

Pero los jefes nos enviaron un mensaje trascendental: “no es el momento”.

Nos deshicimos de algunos jefes,  pero no de los suficientes.

 

En “Prometo no estar”, último del poema, se ocupa de su paso por la vida, aunque no le preocupa en exceso:

Mi huella será

como la huella que deja la mano

cuando atraviesa el aire.

Esa sublime comparación será pura y limpia literatura en el futuro porque tu huella, Manuel, dejará huella.


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