En Amores dudosos, certeras muertes se tratan poéticamente dos temas ancestrales de la literatura: el amor y la muerte, pero con profusa originalidad y sabiduría. La primera parte, la del amor, que lo disimula bajo el término amoríos, es una sátira de las relaciones afectivas, pero, tal vez no tanto, porque entre tanta ironía y superficialidad deja entrever la importancia de la ternura y la belleza que el amor conlleva y, si no, léase con detenimiento Querido caos o Apasionamientos carnales:
En ese revuelto ciclón
de variadas carnes
llamado sexo
quizás amor
babeo posiblemente.
Toma solo cuando se te ofrezca,
siempre que lo ofrecido te apetezca
en ese preciso día de múltiples avatares.
Y de lo ofrecido,
no lo tomes nunca todo.
No vacíes el plato
Aún menos lo rebañes
No seas ávido de lo que siempre sobra
No te sacies pues perderías
tu capacidad de saborear
en ese desvarío de carnes al peso, al punto,
poco hechas o algo pasadas.
Ni seas ni parezcas hambriento en medio de
esa enorme carnecería after
para todos los gustos y de todos los precios
en todas las monedas,
divisas o sentimientos,
dólares compensatorios o amoríos
bienintencionados,
ligues, citas al minuto,
encuentros entre nada y nada,
todo es precio, todo es intercambio desigual,
cualquiera sea la moneda,
la emoción, el latido cardíaco, el temblor,
los nervios, el juego,
la pasión, la baba y el amorío,
todo se cuantifica, se contabiliza en el
mercado carnívoro.
Te quiero y yo a ti más, ¿más?,
eso es más caro, más posesivo, más propiedad,
incluye piscina, plaza de garaje y fidelidad
de entrepierna.
Y no tomes si no te ofrecen.
No ofrezcas si no te demandan.
Nunca entregues el pedido completo,
no te quedes sin munición, sin reservas estratégicas,
perderías cada batalla y las guerras del
porvenir.
Y de lo ofrecido, no lo tomes nunca todo.
Rechaza el pan de hoy y tendrás carne mañana.
Somos al peso y necesitamos administrarnos.
Para durar el resto de nuestra vida.
Si es que hay resto,
si es que es nuestra,
si es que queda vida.
En la segunda parte, la
muerte, consciente de que el animal humano, como cualquier ser vivo, tiene un
final, y más si se ha llegado a ser un viejo animal, es una larga despedida.
Manuel Blanco Chivite —con todo mi dolor por ser mi amigo querido—, nos dice
adiós aunque quizás tarde años o puede que ni siquiera pueda leer este escrito
o, tal vez, yo misma no se lo pueda remitir, si así ocurre él nos dice que “fue
un descuido” porque “cada día vivido es como un robo con éxito”. Manuel prepara
el viaje para una estancia duradera y desconocida “hasta llegar de nuevo al
barro elemental/arrastrado al mar por las lluvias/donde nacerá de nuevo la
vida/pero no la nuestra, /pero no la tuya, pero no la mía…/y ni siquiera lo
siento”. ¿Se puede describir el punto final de una forma más bella? El poema Proyecto es una auto elegía y Rodeado
de muerte, poema concluyente, compagina
lo cotidiano con lo excepcional, lo elemental con lo esencial, lo transcendente
con lo insignificante y el resultado es, como lo es el libro entero, sublime.
Los muertos idos
Los muertos se fueron
y se llevaron consigo
si no otra cosa,
su verdad más íntima, la más profunda,
la que quizás ni ellos mismos,
acostumbrados a la comodidad de las mentiras,
fueron capaces siquiera de vislumbrar, aún menos de dejárnosla.
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